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Restauración de la Catedral de Tarazona y su entorno

Taller de Cantería OLNASA participa en los trabajos de restauración y consolidación de la Catedral de Tarazona

Según las catas arqueológicas, la Catedral de Santa María de la Huerta de Tarazona se asienta sobre un edificio semicircular del siglo IV, aunque el edificio que hoy conocemos data de época románica y gótica, con modificaciones en siglos posteriores, constituyendo un edificio de diferentes estilos artísticos, destacando el gótico, el mudéjar y el renacentista.

Ya en 2002, la catedral, fue declarada Bien de Interés Cultural. Es la principal Iglesia de este municipio aragonés, y recientemente ha sido abierta al público tras estar cerrada al público 3 décadas, y 15 años de restauraciones y con una inversión de alrededor de 20 millones de Euros de financiación pública y privada.

En esta larga restauración, el Taller de Cantería OLNASA ha trabajado en diferentes elementos que logran, en conjunto, poner en valor la calidad arquitectónica del edificio.

Un ejemplo son los pináculos y arbotantes, fabricados en Piedra Natural Arenisca de Uncastillo. Los originales, tuvieron que ser sustituidos debido al estado en el que se encontraban. En los muros exteriores, combinando con el ladrillo,  se usaron sillares, también en Arenisca de Uncastillo.

En Piedra Beige Pirineo, se realizó el zócalo del templo, tallado según la construcción original, y las partes deterioradas del pórtico, recuperando todo el esplendor. También se realizó en Piedra Beige Pirineo suministrada por el Taller de Cantería Olnasa el solado del Pórtico y las terrazas interiores.

Pero las obras no termina allí. Una fase de la restauración consistía en la adecuación de la plaza exterior y la protección de los restos arqueológicos del siglo IV. OLNASA se ha encargado de la fabricación del pavimento, Adoquín  cizallado en piedra Azul Pirineo, y las monumentales  escaleras que dan acceso, en Piedra Natural Beige Pirineo flameada, recuperando así el aspecto que tuvo la antigua escalinata barroca.

En cuanto a la protección de los restos arqueológicos, que aparecieron durante las obras de restauración, se ha creado un banco-claraboya para que puedan observarse desde el exterior, recubierto de Piedra Azul Pirineo, como el resto de la plaza.

 
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